Los paraguas, supersticiones y mala suerte

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En estas fechas, las primeras lluvias del otoño deberían estar aproximándose, y con ellas el cambio de armario y la imagen del paragüero, de nuevo, lleno de paraguas para no olvidarlos. Dentro, sí, pero cerrados, porque por muchas ganas de nubes y frío que podemos tener después de la larga ola de calor que ha azotado este verano a todo el hemisferio norte, hay una ley de esas invisibles que nos frena a la hora de abrir este utensilio: nunca antes de poner un pie en la calle.

Se la conoce como «superstición» pero, ¿de qué hablamos exactamente cuando nos referimos a ella en este caso? ¿De dónde viene la creencia de que abrir un paraguas bajo techo y entre paredes puede traer mala suerte?

Si bien el origen de esta idea no está exactamente probado, existen algunas teorías importantes sobre cómo y por qué comenzó. Que si escaleras, los espejos, los gatos… De entrada, y aunque a veces no pensemos en ello por eso de la costumbre (acostumbrarse a una herencia sin lógica probada parece una tendencia humana clásica), ubicamos el gesto en el pasado, algo de atrás, de otra época, otro siglo.

Castigo de los dioses en el Antiguo Egipcio

Es cierto que pertenece a ese saco de «cosas de antes» que han trascendido de generación en generación. No obstante, a la hora de situar su «antes» la cosa no está tan clara, así que puede que no estés tirando lo suficiente del hilo.

Una de las teorías más extendidas es que la creencia de asociar el paraguas abierto en interiores con el augurio de mala suerte comenzó alrededor del año 1200 a. C. Ya por entonces, en el Antiguo Egipto, quienes pertenecían a las esferas más elevadas de la sociedad usaban sombrillas hechas de plumas de pavo real y papiro para protegerse del sol. Según ‘Reader’s Digest’, la superstición podría haber surgido de la creencia de que abrir un paraguas en el interior, lejos de los rayos del sol, enfadaría al dios egipcio del sol, Ra, lo que provocaría consecuencias negativas, un castigo seguro.

Al mismo tiempo, otra teoría lo ubica de nuevo entre las primeras sociedades egipcias, pero haciendo referencia a una deidad diferente: Nut, la diosa del cielo. Según apuntan desde ‘Mental Floss’, estos primeros paraguas se diseñaron para reflejar (y honrar) la forma en que Nut protegía la Tierra, por lo que su sombra se consideraba sagrada. Si alguien con sangre no noble usaba uno, esa persona supuestamente se convertía en un faro de mala suerte que caminaba y hablaba.

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