#Opinión | Realismo mágico: Los extremistas de la nada- Por Joelvin Villarreal

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Corría el año 2004 y la famosa coordinadora democrática decide rendirse a Chávez, estaba claro que la oposición venezolana no contaba con las herramientas correctas para enfrentar la amenaza totalitaria; carecían de un elemento clave en ese sentido, un esquema de pensamiento ideológico fuera del espectro colectivista. En pocas palabras, eran tan socialistas como el chavismo, solo que menos radicales que este ultimo.

Siendo así las cosas, ninguna estrategia que cuestionara solo la forma, y no el fondo, del problema, lograría en los años sucesivos y hasta el presente romper con las estructuras de poder que sostienen al régimen, es decir; no hubo, ni hay un quiebre moral del sistema. La tesis sostenida es que el socialismo no es malo, sino que el chavismo realmente no lo ha implementado como se debe.

Para disfrazar un poco eso, y debido al rechazo que tiene la palabra “socialismo” entre el público (cosa positiva desde mi perspectiva), se ha reemplazado por eufemismos tales como: progresismo, liberalismo (sin el adjetivo “clásico”), entre otros; que no sustituyen la semántica propia de todo colectivismo. Muchos militantes jóvenes de partidos ignoran, inclusive, que los mismos sean plataformas de izquierda, ellos juran que están a la derecha del espectro.

En todo ese contexto, de pasticho ideológico, corrupción, mafias, luchas de poder, entre otros; aparecen grupos de dudosa procedencia reclamando para ellos el espectro de la derecha, y asumiendo posiciones aparentemente lógicas buscando generar un verdadero desafío político frente al régimen. La abstención electoral aparece bien fundamentada con un objetivo principal que era lograr la ruptura del sistema internacional para con el chavismo, es decir, que no se le reconociera como gobierno legitimo y poder así requerir de la ayuda necesaria. En palabras simples: la abstención como filosofía de desconocer al régimen, sus instituciones, y los actores políticos que lo acompañan en el status quo como “oposición oficial”.

Los eventos históricos nos demuestran que la abstención fue cabalgada por el régimen, y también por la oposición; si bien es cierto en algún momento se logra el objetivo de desconocer al régimen chavista a nivel internacional, no es menos cierto que el status quo se benefició de todo ello. El chavismo la usa para restar electoralmente a la oposición, y la oposición la usa como excusa de fracaso pero, también como acceso a un reconocimiento internacional entre 2019 y el presente (aunque hoy día diluyéndose) que le valió acceso a importantes recursos.

Los promotores reales y originales de la abstención como herramienta para desconocer y deslegitimar al régimen fracasaron en tres puntos muy importantes: a. no lograron capitalizar un movimiento político que desplazara del poder al chavismo. b. no lograron convertirse en la alternativa política de oposición con proyección internacional. c. ignoraron totalmente la materia geopolítica, sin la cual es imposible dar lectura a los apoyos internacionales y poderlos capitalizar.

Hoy día estamos ante la presencia de “los extremistas de la nada”, unos personajes aparecidos de los laboratorios chavistas que pululan en las redes sociales, y que logran embaucar a venezolanos inocentes para que estos se queden de brazos cruzados mientras se sostiene el status quo del sistema político donde solo el chavismo es la representación de todo lo que busque ser “revolucionario”, y solo la alianza opositora denominada ahora “plataforma unitaria” representa lo que busque ser oposición. En definitiva, si usted es de izquierda revolucionaria, pero difiere del psuve; lo tildan de traidor, imperialista, y cualquier otro adjetivo descalificativo y lo borran del mapa político. Mismo trato del lado “opositor”, si usted difiere de la plataforma, lo tildan de chavista, infiltrado, alacrán, y demás descalificativos que lo borran del mapa político.

Los extremistas de la nada proponen la abstención electoral, pero no explican cómo van a capitalizarla políticamente para la obtención del poder. Se enfocan en la fecha electoral, pero no en lo que ocurre luego. Además de ello, no advierten que la comunidad internacional, que en algún momento conqueteo con la idea de desconocer al chavismo y forzar su salida bajo distintos mecanismo de presión, hoy día busca estabilizar de nuevo esas relaciones producto del fracaso del gobierno interino y la asamblea de 2015 en presentarse como opciones reales de poder en Venezuela. Es decir, el argumento de que la abstención forzará a la comunidad internacional para que desconozcan legitimidad del chavismo ya fue quemada.

La práctica de los extremistas de la nada parece indicar más bien ser el producto de la contrainteligencia del régimen. Pese a su discurso cargado de extremismo, su acción es de contención, más que de ofensiva política. No estamos tampoco en presencia de algún fenómeno novedoso, basta con estudiar el comportamiento del grupo “Q” en los Estados Unidos, o de los recientes acontecimientos post electorales en el Brasil. Quien estudie sistemas y estrategias de seguridad aplicada para la contención y espionaje de los grupos extremistas islámicos sabrá a lo que me refiero.

Finalmente, antes de cerrar esta breve disertación, polémica por demás y que me ganará el desprecio de muchos “amigos”, debo aclarar que no estoy satanizando a quienes por decisión propia y legitima han decidido no participar electoralmente; yo mismo no tengo apoyos para con nadie, tampoco tengo confianza en el sistema electoral. Es decir, no he venido aquí a promover elecciones. Si he venido a advertirles que la política es un compuesto de realismo (maquiavelismo) y moral; que ambos componentes deben estar presentes porque la ausencia de uno u otro nos llevan al totalitarismo o a la inacción. Mi propuesta sigue siendo firme, no ha cambiado: un proyecto de evangelización y desintoxicación social que permita construir una ventana de oportunidad a través de la organización y conformación de una estructura político-ideológica que se presente como verdadero desafío al colectivismo imperante y logre romper con las estructuras que sostienen al actual sistema. Claramente hablo de romper ese status quo y las bases ideológicas que lo sostienen, solo así podremos aspirar a tomar el poder. Quedarse de brazos cruzados no es lógico, ni mucho menos una opción válida. La realidad no se cambia sola.

Por Joelvin R. Villarreal V.

Escritor invitado al The Freedom Post

Vive en Maracaibo; Estado Zulia, es Politólogo de la Universidad Rafael Urdaneta (URU). Conferenciante en eventos sobre ideologías políticas e historia política, análisis político internacional y Geopolítica. Colabora en diversos movimientos políticos independientes. Es partidario al sistema de libertades económicas y justicia compensatoria.

Twitter: @joelvinRV
Instagram: @joelvinv

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