#Opinión | El nuevo líder del socialismo del siglo XXI??? – Por Emir Moros Adams

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He seguido con particular atención los últimos eventos políticos en Colombia, como lo son el proceso de elección presidencial, las elecciones per sé, el resultado electoral con la victoria de Petro y los actos de la toma de posesión presidencial.

Un especial cariño por Colombia, me ha hecho dedicarle tiempo a estudiar esos eventos, para entender su realidad y su motivación.

Con mucha preocupación observé la similitud en las realidades entre Venezuela y Colombia, que llevaron en el caso de Venezuela a la elección de Hugo Chávez como presidente y en el caso de Colombia a Gustavo Petro.

Esta elección era una crónica de una muerte anunciada. Alerté a una buena cantidad de amigos colombianos sobre el peligro que representa para la democracia y para la vida de Colombia, la elección de Gustavo Petro como presidente.

Es lamentable que la sociedad colombiana, en medio de la desesperación por la situación económica actual y la desilusión por los errores acumulados por los gobiernos en las últimas décadas, hayan elegido como presidente a una persona con un historial y trayectoria que puede afirmarse, de ilegalidades y actividades delincuenciales. Sin ninguna duda, Petro eclipsará a Hugo Chávez en sus acciones y en su capacidad de manipulación, destrucción, división y consolidación de hambre y miseria. Petro le lleva al Chávez que asumió la presidencia de Venezuela en 1999, décadas en conocimiento político, en estudios, en práctica y en maldad, podría decir que Hugo Chávez era un niño de pecho al lado de Petro y eso lo veremos muy pronto.

Me tomé el tiempo de relatarles a mis amigos colombianos parte de la historia de Venezuela en la época cercana a la llegada de Hugo Chávez como presidente, de cómo los errores acumulados por los dos partidos que tradicionalmente habían gobernado en Venezuela (AD y COPEI), abonaron el camino para la llegada del sistema de gobierno que llamaron Socialismo del siglo XXI. Esos errores incluían corrupción, malas decisiones en la política económica y abuso de poder que se mezclaron con la ingenuidad política de la elite económica, la dirigencia política y del pueblo. Venezuela padeció una desconexión entre la élite política y el pueblo venezolano. Esta misma realidad de desilusión y frustración ha sido compartida con Colombia y el ascenso de Gustavo Petro al poder se explica a la luz de la gran cantidad de errores acumulados por los dos partidos tradicionales de Colombia, los mismos problemas que enfrentó Venezuela al momento de la llegada de Chávez al poder.

Las élites política y económica colombianas no lograron satisfacer las crecientes necesidades de su población, se desconectaron de esa realidad, y para empeorar la situación dejaron a la izquierda colombiana apoderarse de una cantidad de espacios de formación cultural. Es insólito ver como la sociedad colombiana, ingenua políticamente, se dejó seducir por un barato discurso de izquierda, sobre todo cuando enfrenta la realidad de su vecino país. Llama poderosamente la atención que la sociedad colombiana apostara al fracaso con Petro y ello plantea la necesidad de hacer un estudio sociológico y psicológico sobre los elementos que llevaron a los colombianos a ponerse una venda en los ojos sobre los resultados económicos y sociales de un gobierno socialista sobre todo siendo testigos día a día de la entrada de millones de venezolanos a Colombia, presenciando los brotes de violencia y xenofobia que eso género y la afectación a la convivencia social en Colombia incluyendo la saturación de su sistema de salud y empleo, Para los colombianos se volvió habitual ver a algunos venezolanos pidiendo limosna en semáforos en Bogotá, Medellín y otras grandes ciudades. ¿Qué pensaba el común de los colombianos cuando voto por Petro? Sobre todo, habiendo visto por años a los venezolanos huir de su país y refugiarse en Colombia, conociendo que Petro apoyaba a la dictadura venezolana y sabiendo que compartía la visión chavista del mundo.

Al igual que Chile, las élites colombianas dieron por sentado que la sociedad tenía internalizada la creencia que el mejor sistema económico para erradicar la pobreza y traer progreso era el de libre mercado, creencia que tenía décadas siendo socavada por los movimientos de izquierda apoyados y asesorados desde Cuba y Venezuela.

Un error de cálculo gravísimo e inexplicable ya que con la formación política, económica y social de la elite económica y política de Colombia han debido ver con antelación lo que estaba pasando y cuál sería el resultado.

La victoria de Petro no es casual, ni azarosa, es el resultado de décadas de trabajo cultural en la sociedad colombiana. La izquierda con el apoyo de Cuba y con el financiamiento de grupos irregulares, de la guerrilla y el narcotráfico, logró penetrar y apoderarse de muchos espacios de la sociedad colombiana todo ello con la utilización del concepto de la guerra de trincheras de Antonio Gramsci. La izquierda colombiana, con ese financiamiento, fue comprando y ocupando espacios, los cuales utilizó para apoderarse de otros y expandir su mensaje e influencia.

De esta forma, se unieron el descontento de una sociedad frente a los errores de los dos partidos tradicionales con el trabajo de la izquierda colombiana de creación de una nueva cultura y de un nuevo pensamiento para la sociedad colombiana.
La izquierda colombiana logró infiltrar las comunas, la radio, la televisión, los periódicos, la música, medios y otros foros de convivencia social; de esta manera, la sociedad colombiana empezó a internalizar discursos de división, discursos de odio, discursos sobre desigualdad social, exclusión social, racismo, y otras banderas discursivas propias de la izquierda. Por supuesto, que para alcanzar su objetivo tuvo que contar con la complicidad de importantes actores de la sociedad colombiana, resalta el rol de Manuel Santos, el personaje estrella que logró engañar al presidente Álvaro Uribe y abrir el espacio para la impunidad y la participación política de la guerrilla, al liberarla de culpa por los crímenes de guerra, asesinatos, secuestros, extorsión, etc, y por otra al regalarle 10 curules en el Congreso.

Un papel protagónico para la toma del poder por Petro lo ha jugado parte de la elite económica colombiana, cómplice de su llegada a la presidencia, demostrando una ingenuidad política muy preocupante y un cálculo completamente desacertado. Parte de esa elite económica tiene la peregrina creencia que Petro será más de lo mismo y que podrán controlarlo, guiarlo y utilizarlo. La realidad les golpeará la cara cuando el presidente electo se voltee en contra de ellos para atacarlos, robarlos, encarcelarlos y expropiarles la riqueza.

La gran pregunta es ¿Qué viene para Colombia?; La respuesta no es para nada alentadora. Si los demás poderes del Estado no mantienen su independencia, cumplen su función y no se activan los sistemas de control a tiempo, veremos en Colombia la aplicación de la receta cubana para la perpetuación de Petro en el poder. Al igual que la receta aplicada en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, el primer paso de Petro será llamar a una Asamblea Nacional Constituyente para cambiar las bases constitucionales de la sociedad, de esta forma, tal como en los países vecinos, en la nueva constitución se incluirán los elementos que permitirán a Petro la transformación del Colombia en un país socialismo.

Al mismo tiempo, Petro tratará de socavar las bases e institucionalidad de las Fuerzas Armadas y de la policía colombiana, unos de los pocos espacios con capacidad para oponerse a sus acciones; ya, por ejemplo, nombró un ministro de defensa que odia a las Fuerzas Armadas y que hará todo lo posible por debilitarla. Veremos un discurso sobre violación de derechos humanos, falsos positivos, abusos, etc., para ensuciar la imagen de estas Fuerzas y justificar sus cambios. Uno de esos cambios posiblemente será la creación de un nuevo cuerpo armado, una fuerza pretoriana con el que atacará sin piedad la disidencia y a cualquiera que ponga en peligro sus planes.

Otra acción que veremos prontamente, será el intento y muy posible logro del control del poder legislativo y el poder judicial (que, de consolidarlo, será el fin de la democracia como hasta ahora la conocían). En el caso el poder legislativo, da pena observar la conformación del nuevo congreso colombiano, muchos de los miembros parecen carecer de formación académica y política; al escuchar sus discursos, mensajes y acciones públicas, los percibo muy lejanos al respeto, los valores y la solemnidad que caracterizaba al Congreso colombiano. Los nuevos representantes del Congreso colombiano proPetro son lo que podríamos llamar unos personajes de circo, cuyo objetivo fundamental será permitir a Petro el instrumentar las ideas de cambio hacia el socialismo. En el inicio de las sesiones se vio de todo, un ejecutivo con tacones rosados, feministas radicales, defensores del movimiento LGTB, promotores del uso e industrialización del cannabis, pero todos con un elemento común, el resentimiento y la búsqueda de la ruptura de los valores tradicionales de la sociedad colombiana.

Paralelamente, veremos al Poder Judicial bajo ataques constantes con el fin de deslegitimarlo y justificar de esta manera cambios de jueces y decisores que sean partidarios de Petro, así Petro controlaría todos los poderes del Estado y podría gobernar a sus anchas. Tal como ha pasado en Venezuela, veremos al Poder Judicial colombiano siendo un instrumento de Petro para destruir a sus enemigos, legitimar violaciones Constitucionales y legales que le permitan mantenerse en el poder al tiempo que servirá para proteger con impunidad a sus partidarios y allegados.

A Chávez le tomó muchos años poder controlar Venezuela, en el caso de Colombia avizoro que este cambio y el logro del control se realizará en muy corto plazo.

Gustavo Petro sin duda es el político más peligroso en América Latina en este momento. Petro viene a llenar el vacío que dejó la muerte de Hugo Chávez y de Fidel Castro.

Petro viene a liderar el movimiento socialista latinoamericano; desde Colombia se comenzará a financiar y fortalecer a todos los movimientos de izquierda Latinoamérica, desde Colombia se planificarán las acciones para ayudar a consolidar y mantener en el poder a los gobiernos de izquierda y permitir el asalto al poder en los países que aún no han caído en esa nefasta ideología.

Será interesante ver la lucha de poder por el control en la influencia sobre América Latina entre Cuba y Petro. Más temprano que tarde esa ambición de poder se manifestará en diferencias y choques.

Tal vez lo más importante para América Latina y para los Estados Unidos de América es que con la llegada de Petro se consolidará el más poderoso sistema criminal multinacional que ha conocido la humanidad.
Al igual que en Venezuela, Colombia será gobernada por delincuentes, asesinos, violadores, ladrones, resentidos e ignorantes, en Colombia veremos al igual que en Venezuela al mundo al revés. En lugar de excelencia gobernará la mediocridad, en lugar de los valores gobernará la inmoralidad, en lugar de la justicia gobernará el oprobio, en lugar de la meritocracia se premiará la lealtad y la complicidad.

Petro fomentará grandes conflictos sociales, estimulará el odio al sector productivo, al sector empresarial y a los académicos, transmitirá un discurso de rechazo y desprecio hacia los ricos culpándolos por todos los problemas del país y por la condición de pobreza de muchos ciudadanos colombianos.

Petro venderá la idea de que el gobierno es quien produce riqueza y es quien distribuye riqueza, falsa ideas ya que la riqueza en toda economía es una creación fundamentalmente del sector privado y de los empresarios. Sin empresarios no hay innovación, sin empresarios no hay progreso, sin empresarios no hay empleo y sin empleos hay pobreza.

Ciertamente, el Estado puede redistribuir la riqueza que le apropia a los empresarios y ciudadanos a través de los impuestos. Sin embargo, en el caso colombiano esta toma de recursos al sector productivo no tiene solo como objetivo financiar sus ideas populistas con regalos y dádivas a los pobres para ganar su apoyo sino fundamentalmente debilitar y destruir al empresariado y al sector productivo de tal manera de convertir al Estado en el único productor de alimentos y de otros bienes. El Estado será quien controle los medios de producción, así no sólo controla la economía, sino que controla a toda la sociedad. Aquellos que no apoyen o se sometan al gobierno no podrá gozar de alimentos gratis o baratos, oportunidades de empleos y de otros beneficios.

El discurso de desigualdad estará presente en cada mensaje y alocución de Gustavo Petro, ya que es la idea fundamental a través de la cual la izquierda ha captado a muchas personas inconformes con su nivel de vida.
Ciertamente el socialismo ha logrado en la práctica acabar con la desigualdad, pero no de la forma que pensamos, lo logra llevando a toda la sociedad a la miseria, convirtiendo a cada ciudadano en un ser cada día más pobre, es decir al crear una sociedad donde el 95% sea pobre desaparece la desigualdad y se puede mostrar un coeficiente de Gini envidiable. De esta forma, se acaba la desigualdad ya que todos serán iguales en su pobreza.

Bajo el esquema de este tipo de gobierno, acabar con la desigualdad no implica lograr verdaderas mejoras en la calidad de vida de cada individuo, es decir, generar bienestar y mejores condiciones económicas; en el socialismo del siglo XXI acabar con la desigualdad significa destruir a los ricos y al sector productivo. Si bien al principio pueden parecer llamativas las medidas económicas, las reformas, los estímulos y las ayudas a los pobres, con el devenir del tiempo y en la medida que avance su sistema político -económico, solamente la familia del nuevo presidente, su círculo de allegados (mientras les sean útiles) y aquellos que se transformarán en el brazo ejecutor de su proyecto, entre los cuales, habrá a los que le corresponda la violencia y los abusos, serán la clase privilegiada, los nuevos ricos de Colombia y los Petro burgueses.

La toma de posesión de Petro nos da una panorámica de lo que viene, un discurso enfocado la desigualdad y en la necesidad de cambiar esta supuesta realidad a través de la redistribución de recursos obtenidos a través de un nuevo sistema impositivo que castigue al empresariado y a los sectores con mayor poder adquisitivo. Es interesante observar que en la propuesta de Petro de reforma tributaria plantee la creación de un impuesto a los alimentos ultra procesados y con alto contenido de azúcar añadida que afecta fundamentalmente a los más pobres. Sin embargo, más allá de afectar la capacidad adquisitiva de la población con este impuesto lo preocupante es observar cómo Petro ya se siente con el derecho de decidir lo que el pueblo colombiano puede y debe comer.

Petro utilizará un discurso de ataque a las Fuerzas Armadas y a la policía colombiana, a quienes pretenderá presentar como asesinos y violadores de derechos humanos y no como los héroes que han sido por décadas en la defensa de la institucionalidad y en la lucha contra el narcotráfico, la guerrilla y la criminalidad.
Petro hará creer que dará poder a las minorías, incluyendo el movimiento indigenista, LGTB, feministas radicales, ambientalistas, etc.; estos grupos serán fundamentales para generar una imagen de inclusión y de creación de igualdad social, pero el objetivo es que estos grupos ayuden a la toma de espacios en la búsqueda de la creación de una hegemonía cultural petrista. Petro buscará controlar cada espacio de la convivencia social colombiana, de manera de crear una visión y una percepción de una realidad creada a su conveniencia, así cada colombiano será alienado para que vea el mundo con los lentes que Petro impondrá.
La toma de posesión de Petro incluyó mucho simbolismo, siguiendo los pasos de Chávez, Petro utilizará la imagen de Bolívar en su proyecto revolucionario.


La presencia de la espada de Bolívar al lado de Petro es un mensaje sobre los nuevos tiempos que vienen. Me espantó escuchar vítores chavistas como “la espada, la espada que camina por América Latina”.


Este detalle nos muestra que estamos en presencia de un proyecto que va más allá de las fronteras de Colombia, dándole un continuismo al proyecto continental iniciado por el difunto Chávez, que se ha traducido en la migración de millones de venezolanos que huyen de la dictadura de Venezuela en búsqueda de calidad de vida, tras la destrucción de la economía, la educación y todos los sectores productivos del país.

Otro aspecto relevante en la toma de posesión fue el componente religioso. El día anterior a la toma de posesión presidencial, Petro participó en un ritual que debemos denominar “la toma de posesión espiritual de Colombia”, en la cual chamanes y brujos realizaron rituales sobre Petro, lo que, sin duda, también traerá su impacto en el ámbito religioso. Veremos cómo Petro utilizará el componente religioso para tratar de consolidar también su poder, posiblemente veamos una promoción y entrada muy fuerte de la santería y la palería en la sociedad colombiana, un proceso que también vivió Venezuela, es decir la importación desde Cuba de esta religión que es a la vez un instrumento de control. Seguramente veremos babalaos cubanos acompañando y asesorando a los nuevos líderes políticos de Colombia.

Tal vez, por el corto espacio para transmitir estas ideas que sin duda alguna generan preocupación, quedarán muchas otras sin exponer, sobre todo este escenario, de lo que iremos viendo en el nuevo gobierno de Petro; sin embargo, me comprometo a mantenerme alerta y seguir escribiendo a la luz de los nuevos eventos, los cuales, por tener el mismo germen del socialismo serán muy similares a los ocurridos para los venezolanos, procurando profundizar con más detalles las ideas que aquí he plasmado.

Por Emir Moros Adams
Internacionalista, Exdiplomatico, Experto petrolero y en comercio internacional, Profesor de la UCV, Dr. en Ciencias Políticas, Especialista en Derecho y Política Internacional.

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