Un ariete llamado Javier Milei – Por Francisco Pérez Alviárez

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En un lugar tan atomista y purista como es el espectro de la derecha actual, pocas veces existen oportunidades donde podemos unificar términos en torno a una candidatura, a ver si algún día abordamos con pragmatismo los problemas que nos unen para discutir realmente los esquemas que nos dividen.

Ayer sorprendió a todos el crecimiento repentino del voto hacia Sergio Massa en Argentina, un 36,7% que no estaba ni en los cálculos más optimistas de los Kirchneristas, donde se esperaba que un voto castigo pusiera en el ring del balotaje a Javier Milei y Patricia Bullrich; el representante más importante de los descontentos y los insurgentes políticos de una derecha que aún no se define bien, y en la otra esquina la candidata de la clase media profesional, un votante totalmente consciente del cáncer político y económico, pero que busca curarlo con jarabe para la tos y pastillas para la garganta, es decir, gente acostumbrada a pensar que se puede hacer tortilla sin romper los huevos.

Las derechas hispanoamericanas tienen un problema fundamental, un atomismo que la izquierda ha explotado a perpetuidad por la incapacidad que tienen los sectores más casposos, desde los que se proclaman puristas liberales, hasta los conservadores más anacrónicos salidos de una mala película de terror, en entender los momentos políticos, abrir la puerta a nuevos tiempos para que las llamadas derechas pasen a ser un actor real en la política internacional, fuera de los grupusculos que no son capaces por sí solos de llenar un autobus.

La importancia de un presidente Milei contra la izquierda, más allá de si es anarcoliberal, ultracapitalista, o lo que se defina él mismo, representa un triunfo tácito para todos los que luchen contra la influencia del Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla en el continente y sus derivados, una enorme oportunidad que jamás dejaría pasar el movimiento marxista si estuviera en esa posición, porque lamentablemente para los demás, ellos sí la tienen bien clara al momento de trabajar en conjunto, separando las conversaciones bizantinas inútiles sobre filosofía política, para aplicar el buen arte de la realpolitik en la calle y la urna.

La sorpresa de Massa demostró una vez más que la maquinaria política de la izquierda radical vive en un cañón cuasireligioso que puede ser disparado a discreción, algo que no tiene ni por error un partido o un movimiento de los que se dicen de derecha, situación que se ha visto mucho con la cantidad enorme de divisiones que surgieron en torno a su candidatura, tanto fuera como dentro de la Argentina, pues el purismo de liberales y conservadores actualmente raya en lo ridículo.

Con estos graves resultados de ayer, y el peligro que representa para la Argentina, pesa la posibilidad de otro problema peor, una socialdemocracia más afín a Massa que a Milei que negocie un status quo dentro del gobierno Kirchnerista como lo ha hecho siempre. Este escenario plantea para Juntos por el Cambio y la izquierda light, un conflicto entre sus seguidores más opositores al gobierno y aquellos que comen línea directa de sus partidos. Habrá que esperar si la coalición de Bullrich está dispuesta a acabar con el Kirchnerismo, o si por el contrario aplican la misma de siempre, el mantenimiento de la rueda y el bucle político que tarde o temprano por voto castigo los lleva al poder.

Milei representa con sus excentricidades una parte de la cultura argentina para hacer la política, un arma que guste o no está funcionando, por lo que el 19 de noviembre puede ser un día histórico para todos los argentinos e hispanoamericanos, pues este hombre salido de la nada misma representa un ariete que abre la puerta dentro de la conversación política a muchos movimientos en el hemisferio a quienes les resulta imposible existir.

Fuera de las simpatías y solidaridades automáticas que muchas veces son profundamente negativas, todos los movimientos y partidos de las derechas, desde la más liberal a la más conservadora, deberían cerrar filas en torno a la candidatura de Milei, esperando tener por fin un espacio seguro para un desarrollo continental de la lucha contra el marxismo y la discusión de los métodos para hacerlo.