#Opinión | EL HOMBRE OLVIDADO – Por Juan Carlos Febres

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William Graham Summer fue el primer catedrático sociólogo en la universidad de Yale –rompiendo actualmente estereotipos sobre los sociólogos y el socialismo- siendo un apreciable y notorio liberal en su época.

El escribió en 1883 un panfleto liberal formidable que muy pocos conocen, tanta fue su influencia  que el Presidente Franklin Roosevelt se apropió de la frase y como todo populista la desnaturalizo, corrompiendo el sentido de aquella hermosa frase para usarla como beneficio propio con el fin de cimentar la idea de un estado benefactor. Y en estos tiempos el papa en su discurso del sábado 4 de febrero de 2017  usa la frase “los descartados” siguiendo la línea de Roosevelt.

Pero ¿quién es el olvidado realmente? El olvidado y el verdadero descartado del quehacer sociopolítico de un estado es el ciudadano de a pie, el que se levanta todos los días para trabajar, el dueño de una pyme, el emprendedor, el que sufre todos los días la injerencia e intervención  del estado, son estas personas que para el estado son solo números, no hay nombres, es solo una masa que usan para su apetencia de poder, ciudadanos simples  pero con el valor de buscar su libertad de forma real y verdadera, que además entiende que el estado lo oprime y distorsiona su relación con el prójimo, hoy ese ciudadano se identifica con las palabras del  economista Manuel Adorni “No quiero que el Estado me dé una mano: quiero que me saque las dos de encima”.

Ese ciudadano, es en él que no se piensa, es la victima del estado, de los viejos políticos que se cubren como una mafia, es la víctima del reformista, del intelectual “progresista”, del caritativo y benefactor.

“El hombre olvidado” es un refrescante recuerdo de quienes somos para los gobernantes y para el socialismo progre. Marca con propiedad la lógica redistributiva del estado presente y benefactor mediante la coacción política, y legislativa.

Impugna las ideas del intervencionismo estatal, le quita la careta al “estado presente”, entiende Summer que la política no tiene sentimientos, ya que los sentimientos es de índole privado, y que más allá del slogan de la solidaridad existe una fuerte opresión que encadenan al ciudadano que trabaja –estas cadenas tiene que ver con los impuestos- el trabajador, el emprendedor, carga sobre el peso del gasto público, ese trabajador sencillo honrado y silenciosos  que está dispuesto día a día a ganarse el sustento con su trabajo, ese ciudadano es el que nadie lo escucha, es el olvidado, es el nuevo descartado, y es olvidado por que es independiente, por que busca ser autosuficiente, porque no busca ayuda del estado, no suplica por socorro, ni se cobija bajo las emociones, ni lastima y menos excita los sentimientos.

Summer nos habla del peligro de la planificación estatal,  y que eso planificadores se sienten poderosos, primero por ocupar una posición publica y por otro diseñar las vidas de los otros, “por lo tanto existe una oferta ilimitada de reformadores, filántropos y aspirantes a administradores de la sociedad”

Lo que debemos entender es que cada ciudadano, tiene una enorme responsabilidad ante uno mismo, ante su familia y ante la sociedad  y es el de cuidarse a sí mismo.

El ser autosuficiente tiene que ver con autorrealizarse ese es el objetivo de la libertad, consiste en desplegar la personalidad, en el desarrollo de aptitudes y capacidades hasta su conversión en habilidades y acciones concretas.

La autosuficiencia personal es libertad empleada con sentido de responsabilidad. No es un ideal egocéntrico, ni narcisista, significa poder vivir  y obrar de conformidad con la propia naturaleza, aporta ideas propias, llevar a cabo proyectos propios, ensayar formas de vida propias. No significa ignorar obligaciones, sino esforzarse por organizar el conjunto de deberes personales de forma tal que quede espacio para la realización, es una medida aceptable, de las intenciones, aptitudes e inclinaciones de la personalidad.

Sin embargo “estamos rodeados por la pobreza, el dolor e infortunio, contra los cuales luchamos sin cesar. El individuo es el centro de esperanzas, sentimientos, deseos y sufrimientos. Cuando muere la vida cambia de forma pero no se detiene…después de haber combatido hasta sus últimos límites… sabe con certeza que al fin habrá de sucumbir. Por lo tanto, en lo que respecta a las penurias humanas, tenemos que seguir luchando con todas nuestras fuerzas para vencerlas, a despecho de los médicos sociales, y debemos soportar aquello que no podemos curar”.

“Pero hemos  heredado  un gran número de males sociales que nada tiene que ver con la naturaleza, los complejos productos de todas las chapucerías, embrollos y desatinos realizados en el pasado por los médicos sociales. Esos productos de la charlatanería social se ven reforzados ahora por el hábito, la moda, el prejuicio, el pensamiento trivial y nuevas charlatanerías en la economía política y en la ciencia social”

Estos médicos sociales como los llama Summer son estos seudo intelectuales, comentaristas televisivos y radiales, políticos y la vieja casta, educadores progres, economistas mercantilistas, otros economistas para-estatales, filósofos neomarxistas, son aquellos que quieren diseñar como vivimos, que podemos leer, que podemos pensar y hasta que podemos comer.

Estos personajes se preguntaron en su momento que clase de sociedad desean y trabajan para ello, para satisfacer su vano orgullo, dedican su vida la construcción de su supuesta sociedad ideal y que ahora sufrimos las consecuencias, y lo vemos en países como Cuba, Corea del Norte, Venezuela, Rusia, china entre otra.

“hemos andado a los tumbos hasta que nos acostumbramos a ellas, tal como el pie se adapta a un zapato mal hecho”. “hemos producido un sinnúmero de economistas y filósofos sociales que han inventado sofismas para adaptar nuestro pensamiento a los hechos distorsionados”

“En consecuencia la sociedad no necesita ningún cuidado o supervisión, si queremos desarrollar una ciencia social basada en la observación de los fenómenos y en el estudio de las fuerzas actuantes, tenemos que ir ganando terreno lentamente hasta que logremos eliminar los viejos errores y restablecer un orden social sano y natural”.

El individuo pro estado entiende que no es posible la libertad sin orden, la premisa no es falsa, pues una libertad sin orden se pierde en el caos y se elimina a sí misma. Pero conforme al orden de los valores, la premisa se interpreta erróneamente  y después, a quien defiende el orden, se lo convence con el argumento de que al fin y al cabo, está luchando por la libertad. La libertad corre así el peligro de ser defendida y de ser sacrificada al orden.

Goethe nos dice “Cuando tomamos a las personas simplemente como son, las volvemos perores, cuando las tratamos como lo que deberían ser las llevamos más allá a donde deben ser llevadas”.

Quien coloca el orden a la cabeza de la escala de valores toma el camino a autoritarismo.

“la sociedad necesita ante todo verse libre de entrometidos, es decir, necesita que al dejen sola, entonces  volvemos una vez más a la antigua doctrina del Laiseez-faire, lo que, traducido, significa: Ocúpese de sus propios asuntos. No es otra cosa que al doctrina de la libertad, cada hombre debe ser feliz a su manera, si su esfera de acción y sus intereses chocan con los de cualquier otro hombre, serán necesarios, transición y ajuste. Hay que esperar la ocasión, no tratar de generalizar esas interferencias o planificarlas a priori.”

“La mayoría de los proyectos filantrópicos o humanitarios se ajustan al siguiente esquema: A y B se reúnen para discutir lo que C debe hacer por el bien de D. todos loes esquema de este tipo están viciados radicalmente, desde el punto de vista sociológico, por el hecho de que a C no se le permite opinar acerca del asunto, y de su posición, su carácter y sus intereses, así como los efectos que se producirán sobre la sociedad por su conducto, se pasan totalmente por alto. C es lo que llamo el hombre olvidado”.

“Estos supuesto luchadores sociales, amigos del hombre pobre, estos filántropos, y los políticos de turno en su mayoría “parten de ciertos sentimientos benévolos hacia los “pobres”, ”los débiles”, “los trabajadores” y otros a quienes hacen sus favoritos. Generalizan estas clases y las tornan impersonales, con lo cual se convierten en mascotas sociales”.

“Luego se vuelven hacia las otras clases y apelan a su simpatía, a su generosidad y a cualquier otro sentimiento noble que albergue el corazón humano”.

“La acción que proponen es una transferencia de capital de aquellos que están en mejor situación hacia los que están peor. Sin embargo, el capital es la fuerza que mantiene y lleva adelante la civilización…por lo tanto cada porción de capital que se le da a un miembro inútil e ineficiente de la sociedad, que no la hace rendir ganancias, se aparta de un uso reproductivo, pero si se le destinara a un uso reproductivo, le seria concedida, en forma de salario, a un trabajador eficiente y productivo.

Por ende, el que realmente sufre a causa de una benevolencia semejante, que consiste en gastar capital para proteger a los inservibles, es el trabajador diligente”.

El estado da por sentado que este ciudadano trabajador tiene lo que necesita, y es por eso que lo ignora, se olvida de él.

El hombre olvidado es el que busca denodadamente autorrealizarse y entiende que ese es el modo de emplear su libertad, sabe que solo puede funcionar si está dispuesto a practicar su albedrio.

El liberalismo en fin de cuentas no es viable si el ciudadano desdeña su libertad de decisión. Uno de los mejores lugares para aprender sobre la libertad es el hogar del hombre, Summer nos dice al respecto “Nunca he conocido a un hombre de sentido común ordinario que no instan a sus hijos desde la más tierna infancia, las doctrinas de la economía y la práctica de la acumulación”.

Por lo tanto hoy los descartados no son solo los migrantes expulsados por diversas causas de su país,  ni los pobre e  indigentes, porque los gobiernos socialistas  están listos para dar dadivas que quitan bajo coacción impositiva a los verdaderos olvidados aquellos que trabajan de mañana a la noche, son aquellos que arriesgan su capital por un proyecto y que buscan mejorar la calidad de vida del prójimo.

Por Juan Carlos Febres ( Juca Fevel)
Escritor invitado
Sociólogo/ Especialista en Derechos Humanos.
Liberal clasico
Director de Contemplatio Social.

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