Trump contra el “ministerio de la verdad” de Biden- Por Raúl Tortolero

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El «ministerio de la verdad» de Biden es, más bien, un frente de censura ideológica, como parte de una guerra del conocimiento, para refutar a sus enemigos políticos, descalificándolos y echando mano de toda la estructura del Estado para combatirlos.

En el contexto de las manifestaciones en favor de la previsible abolición del aborto a nivel nacional en Estados Unidos, si se revoca la resolución jurídica del caso Roe vs. Wade y las entidades se ven obligadas a tomar en cuenta los nuevos antecedentes legales, Donald Trump estuvo este viernes 6 de mayo en un rally en Pensilvania en apoyo al Dr. Mehmet Oz, quien compite para el senado por parte del Partido Republicano.

El Grand Old Party (GOP) luce muy encarrilado hacia el triunfo en la Casa de Representantes, tanto como en el Senado, y no pocos factores juegan a su favor: la inflación mal manejada por Joe Biden y sus repetidos lapsus de desorientación cognoscitiva, la crisis de migración ilegal en la frontera sur, la desastrosa salida de Afganistán, el criterio de supremacismo feminista y negro al proponer candidata para la Corte, la compra de Twitter por Elon Musk, la creciente tendencia de los hispanos a votar por los valores cristianos (fe, vida y familia), que para nada son representados por el Partido Demócrata, la radicalización de no pocos dems (“defund the police”), la oposición de Greg Abbott al aborto, el combate al adoctrinamiento LGBT a niños en Florida y el cese a privilegios estatales para Disney con su 50% de personajes de la bandera arcoíris, a manos de Ron DeSantis. Y la cereza del pastel: el posible fin al crimen del aborto derivado de una revisión crítica del caso Roe vs Wade.

Todo eso opera del lado del proyecto social de mayor envergadura en décadas en los Estados Unidos, el “Make America Great Again” (MAGA, con 75 millones de votos en 2020), que domina al GOP y tiene la candidatura asegurada para Trump en 2024, a menos que algo serio llegara a pasar. En tal caso, muy probablemente Ron DeSantis llegaría como candidato y triunfaría como heredero del MAGA.

En su rally de este viernes 6 en Pensilvania, Trump dijo que con un Congreso ya republicano, estarían defendiendo los derechos de los padres. Y esto quiere decir que ningún profesor tendría permitido enseñar prácticas trangénero a los niños sin el consentimiento de los papás.

Algo muy positivo, porque los niños son de sus padres, y jamás del Estado, como pretende esa manga de wokes en cuya cabeza sólo cabe el progresismo.

Otro punto muy importante que abordó Trump es que acabaría, pasando las elecciones de noviembre, desde el Congreso, con la “Junta de gobierno para la desinformación” (Desinformation Governance Board), mejor conocido como “Ministerio de la verdad”.

Muy grave que los demócratas y Biden hayan siquiera concebido una herramienta como tal instituto, planteado además desde un entorno de seguridad nacional, ya que tal junta pertenece al United States Department of Homeland Security (DHS).

Así las cosas, el criterio desde el cual se juzgará qué es “real”, qué es “verdad”, qué es “información”, y qué es “mentira” o “desinformación”, de entrada carecerá de toda validez, porque no se sitúa en el campo de la epistemología, de la teoría del conocimiento, del rigor periodístico, o de la ciencia, sino desde una institución encargada de cuidar la seguridad interna nacional en los Estados Unidos. Será entonces un criterio marcadamente ideológico. Afín a la ideología oficial de los demócratas, que es el progresismo.

Por esta causa han sobrado los artículos que comparan con justa razón este nuevo disparate de Biden con la obra 1984 de George Orwell. En esta famosa novela distópica, que parece ya rebasada por la realidad política en Estados Unidos, se plantean varios ministerios desde la dictadura: de la Verdad, de la Paz, de la Abundancia y del Amor.

En el de la Verdad, la función era fabricar mentiras. En el de la paz, estructurar y planificar la guerra; en el de la abundancia se promovía la pobreza, y en el del amor se incitaba a la tortura.

Es verdaderamente un acto de totalitarismo instaurar y fondear una junta para combatir la “desinformación”, porque hemos ya visto ejemplos de este tipo de criterios operando como “normas comunitarias” en Facebook, en el Twitter de Jack Dorsey y en Youtube, entre otras redes cuyos algoritmos son capaces de suspender o cancelar cuentas de usuarios que osen simplemente contradecir el pensamiento único y hegemónico del progresismo.

Por ejemplo, afirmar una verdad biológica -que un hombre tiene pene, o que no puede embarazarse-, ya podría ser motivo de censura. Podemos imaginar perfectamente este tipo de criterios sin bases científicas, y con sólo un puñado de autores del marxismo posmoderno sosteniendo sus lances ideológicos anti-científicos, como anticristianos al mismo tiempo.

Cuando hemos llegado al punto en que un gobierno se cree el sujeto indicado para definir lo que es “verdad” y lo que no lo es, hemos aterrizado sin duda en cierta visión totalitaria.

No es función del gobierno opinar qué es verdad y qué no lo es, ni censurar aquello que a su juicio no le parezca ser “información”, y estas funciones por supuesto no tienen una base constitucional.

El «ministerio de la verdad» de Biden es, más bien, un frente de censura ideológica, como parte de una guerra del conocimiento, para refutar a sus enemigos políticos, descalificándolos y echando mano de toda la estructura del Estado para combatirlos.

Será una suerte de “tribunal” de la verdad, en el que ésta se decide a conveniencia de la Agenda 2030, de los demócratas, del globalismo y del (viejo) nuevo orden mundial.

El Estado ahora es el “dueño de la verdad”, el único autorizado, por sí mismo, para aprobar como “verdadero” aquello que pertenezca a una narrativa que el poder desea siga circulando.

Michel Foucault sin duda tenía razón al afirmar que el poder es el que define lo que es verdad y lo que no lo es, lo que es cuerdo y aceptable socialmente, y aquello que es “enfermedad mental” e inaceptable.

Por Raul Tortolero
Escritor Invitado

Escritor, conferencista. Consultor político.
Doctorado en Derechos Humanos. Maestría en Filosofía, Cultura y Religión.
Activista católico, provida y profamilia.
Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana”.
Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del PAN.
Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico.
Su más reciente libro: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno”

Twitter y GETTR: @raultortolero1

Articulo de Opinión Publicado originalmente en PanamPost