Entender que perdimos el país es lo que nos toca – Por Raymond Azar

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Como aquel que se divorcia estando enamorado o como ese hijo que pierde su madre o padre por sorpresa, pueden ser muchos los ejemplos de lo que es alejarse de lo que uno quiere por una situación de fuerza mayor.

En el caso de Venezuela, fue una tiranía que forzó a más de seis millones de venezolanos a buscar el futuro que se nos negó dentro de nuestro país.

Y sí, las consecuencias de un exilio forzado por crisis o persecución política son dolorosas.


Muchos hemos vivido en carne propia perder un ser querido y asistir a un funeral por video llamada. Algo espantoso, doloroso e imposible de olvidar.

Pero este exilio pasa de ser una herida para muchos: es una herida que abre la piel, pero luego abre los ojos. El venezolano se sacrificó, salió a las calles, luchó contra la represión y muchos tuvieron que pagar con su vida o con su libertad. Todo esto para que un grupo de parásitos autodenominados “oposición”, entregaran, negociaran y se beneficiaran de la crisis.

El grupo liderado por Juan Guaidó y Leopoldo López solo llevaron a Venezuela a una debacle mayor, y se han sumergido en escándalos de corrupción como el de la Ayuda Humanitaria, Citgo y Monómeros sin ninguna consecuencia, porque en verdad no son nadie ni tienen la capacidad para activar de manera coercitiva la corrupción dentro del bando político.

Los López como los Chávez arrasaron con Venezuela, y es una realidad innegable.
Hasta ahora la única diferencia entre rojos y azules es el manejo del narcotráfico, del resto son lo mismo.

Hoy tanto la oposición como el chavismo cuentan con el repudio de la gran mayoría de venezolanos, que lamentablemente no podemos hacer nada, porque con sus diálogos y sus relaciones mixtas con criminales como Christopher Figueras, Luisa Ortega, Javier Troconis, Cliver Alcalá, entre otros, el fin fue repartir el poder y atornillar al régimen, a un punto que (particularmente yo veo) no saldrá.

Al igual que Siria o Cuba, Venezuela está condenada a ser heredada por los descendientes de los dictadores, acabando la posibilidad de libertad y despertando una ilusión. Ilusión gracias al lavado de dinero como resultado de la aplicación de sanciones donde quieren vender una “mejoría” económica solo para unos cuantos.

La situación forzó al venezolano a ocuparse de sobrevivir y olvidarse de la política ¿Pero ¿quién no va a querer olvidarse? Si hoy en día, ven a Juan Guaidó en canchas de basket con no más de 50 personas, jugando a ser presidente, cuando en verdad es un vulgar sindicalista que da un discurso sin oratoria ni fondo para las redes sociales, para así demostrar que hace “algo” y poder justificar su chupada de sangre a los americanos.

Por otro lado, ven a Leopoldo López en visitas express a Miami con supuestos militantes de Voluntad Popular en el exilio, que solo se reúnen con él para tomarse la foto para las evidencias de la petición de asilo político. Sin olvidar que también se reúnen con acusados de corrupción por CITGO.

Acción democrática, la madre del PSUV y Primero Justicia conviviendo felices con la dictadura y haciéndole guerra a Voluntad Popular. No hay opciones ni las habrá, en Venezuela no se puede hacer política legal: quien la haga su destino es una tumba o una celda de 2×2 en el helicoide.

La política y el periodismo se han hundido y mezclado en la prostitución del régimen, incluso la misma resistencia donde muchos idiotas han querido tomar la bandera de los caídos del Junquito para su beneficio personal, incluyendo gente muy cercana a los que hoy en día no están, es decir, un desastre. Las extorsiones y apadrinamientos son notorios y tampoco tienen consecuencias. Venezuela se quedó sin libertad, sin políticos, sin periodistas, ni voz. Es decir, sálvese quien pueda.

Hay dolores o perdidas que no se superan, pero se aprenden a vivir con ellos, así como lo hicieron los cubanos, también los sirios, hoy nos toca a nosotros. La justicia llegará sola, no por manos de los ciudadanos. Aquí fuimos victimas de una operación quirúrgica, que acabó con lo más grande que puede tener un ser humano: la fe.

Todos esos que disfrutan del saqueo al país, tarde o temprano lo pagan, pero ya tenemos que darnos cuenta de que es mejor seguir con nuestras vidas.

Hoy yo me desligo del tema político de Venezuela. Muchos pensarán que como ser de las voces que denuncian, les haré un favor, y no, no es así. Ya aquí se sabe quien es quien, y quien quiera olvidar y ser engañado, está en su derecho. Hoy la gran mayoría ha despertado, los que han quedado atrapados en el engaño es por un tema generacional o por simple ignorancia.

Esto no quiere decir que me callaré; hay temas como Alex Saab, el narcotráfico y el terrorismo árabe dentro de Venezuela, de esto no me alejaré. Lo que pretendo expresar es que entendí el día que vi un alcalde opositor inaugurando un local comercial con personas vinculadas al terrorismo internacional, como pasó en la isla de margarita, es que políticamente no hay un futuro.

Al venezolano le toca sobrevivir. Mis palabras las mantengo, no me retracto de ningún señalamiento a algún político corrupto, todos los que amenazaron con medidas legales, se quedaron callados. El miedo no está presente, pero si el cansancio.

Con mucha nostalgia, solo rescato los bonitos recuerdos de mi país.

Nos habrán quitado el país, el derecho a la vida, la libertad o el derecho a ese abrazo de un padre o madre, pero el pensamiento no nos lo podrán quitar.

Lo mejor que podemos hacer contra los políticos, es ignorarlos, a todos. Ninguno se salva, ninguno puede volver, ni porque hayan sido los más votados de su tiempo.

Marcharse es un arte, que no todos saben hacer, pero es algo que todos debemos aprender, porque o se muere siendo un héroe, como todos los caídos, o se vive lo suficientemente como para convertirse en un villano parasitario, como todos estos que asumieron las riendas del país.

Que viva Venezuela libre en nuestros corazones, porque físicamente ahora es imposible.