La esperanza: la gran estafa – Por Gustavo Fuenmayor Arriens

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Por su frutos los conoceréis…

Nota del The Freedom Post: 

Gustavo Fuenmayor Arries es psicoterapeuta sistemico,  Renacedor, Reikista, Sanador Pranico y Acompañante de Procesos.

Su usuario en todas las redes es @fuenmayorg_e

Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.

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Hegel decía «El mundo de la libertad empieza justamente, cuando se ha superado el mundo de la necesidad».

De cómo en una sociedad tan marcada por el individualismo, no podemos construir sociedades individuales, y por qué dependen nuestros estados de ánimo, nuestras emociones y literalmente el éxito personal, de las expectativas de otros.

En este sentido, siempre vamos a conocer a las masas por sus líderes…porque el que puso al líder ahí, es la masa ¿cierto?

Es el proceso de inconsciencia de ese colectivo que se va uniendo en cada individuo, desde ese niño desprotegido que piensa que el líder le va a solucionar lo que él o ella no ha podido ordenar.

Es un confiar en el otro, depositar en el otro las soluciones, es vivir en la gran estafa o el cáncer de la política de «La esperanza».

En este sentido el individuo o la masa no se quiere hacer responsable, y cuando algo se cae culpamos al líder.

El ser humano tiene esa necesidad de validación externa, no se puede auto nombrar, no se puede autocalificar, depende de un externo que lo juzgue y le dé su lugar.

Y aqui esta la clave: la crisis de identidad está muy vinculada a la responsabilidad.

Si tú no te asumes como persona, si tú no te aceptas como eres, no puedes formar parte de una sociedad responsable, y el colectivo está paralizado por miedo, paralizado por angustia, paralizado por hambre…

Sí, el hambre es el principal instrumento de animalización. El hambre es el puro cuerpo desesperado para conseguir nutrición, es como un animal salvaje que está todo el día a ver que come, y estar alerta de no ser cazado por otro animal (modo supervivencia).

Cuando yo tengo a la población sometida al hambre, la tengo colocada completamente en una posición casi de sub-humanidad.

No podemos pensar en política, en economía, concentrarnos en nosotros mismos, si tenemos las tripas pegadas en el estómago, estamos sometidos a un estado de desesperación, y desde ahí no hay capacidad de respuesta, o una solución que venga de mí como ciudadano responsable.

Terminamos entonces de bajar la santamaria cuando por un mal hábito (el mesías que viene a salvarnos del caos) Nos quedamos anestesiados en una sociedad que vive mucho de la ilusión, de la zona de confort, del falso trono de acomodarse, de esperar que el otro te resuelva el problema,  o el Estado o una entidad resuelva algo.

Por lo tanto la esperanza se volvió una droga que te hace dependiente, se convirtió en una adicción. Nos vamos disociando de construirnos a nosotros porque siempre estamos volteando a otras partes, viendo lo que el otro tiene, lo que el otro hace, lo que el otro dice, y entonces se va creando un patrón de individuo, que va generando siempre una vista hacia el exterior.

Nos vamos divorciando de nuestras propias capacidades. Por eso es que tenemos niños, jóvenes y adultos codependientes, que cuando les toca ser adultos tienen que ser ciudadanos de tiempo completo.

Y ahí aparece el estafador a seducirte con la esperanza, y te dice: «yo te vengo a dar todo lo que tu no pudiste construir en tu niñez y en tu juventud, y te voy a entregar un proyecto lleno de soluciones fáciles a problemas complejos».

Por eso es que todos estos lobos vestidos de ovejas te enamoran al principio, entregando la chupeta de la esperanza y luego al cabo de dos años, les terminas mentando la madre.

El problema mas grave de la sociedad no es un problema económico y no es un problema social: es un problema psicológico porqué abandonamos nuestra capacidad de ser lo que queremos, para hacer lo que necesitamos.

Fabricamos una sociedad llena de expectativas, un sentimiento de obligación.

Trabajo, me esfuerzo, no veo resultado, no veo movimiento y termino frustrado. Al final pongo en el otro lo que me corresponde resolver como ciudadano responsable y de allí no avanzamos.

Es un asunto de ciegos,  guiando a ciegos

Por Gustavo Fuenmayor Arriens

(Escritor Invitado)

Psicoterapeuta sistemico / Renacedor / Acompañante de Procesos

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